Durante varios meses de 2023 viví en un PH en el que no lograba hallarme. Me sentía incómoda: las cosas se rompían todo el tiempo, se inundaba cada vez que llovía y el ambiente se volvía cada vez más denso. Era como si el lugar mismo me estuviera echando. Me costaba quedarme sola. Sentía que cualquiera podía bajar por la terraza y entrar a robar. Estaba en alerta constante.
Ahora que lo escribo, me parece absurdo, pero en ese momento la cabeza me jugaba malas pasadas.
Una tarde me despedí de mi pareja y, al cerrar la puerta, me sentí muy mal. Ya me estaba arrepintiendo de no haberle pedido que se quedara conmigo para hacer la noche más llevadera.
Sin embargo, fue en esa noche taciturna y en soledad donde el cuaderno se volvió mi gran compañía, y escribí este poema.
Tendría que haberte pedido
que te quedes esta noche conmigo
pero no me animé
y ahora
el reloj le juega una carrera
a mi insomnio
doy vueltas en la cama
voy del lado frío al caliente
busco un poco de frescura en mis pies
y en segundos los vuelvo a esconder
el viento sacude la persiana
y cierra lentamente la puerta
de esta habitación.
Sueño con que entres de sorpresa
y me digas
«acá estoy»
que dejes la campera
sobre la silla de este cuarto
y vengas a abrazarme
recorrer tu espalda con mi nariz
adueñarme de tu olor
descansar entre tus omóplatos
elevarme cada vez que suspirás
e intentar que nuestra respiración coincida
que guardes en la mesita de luz
donde tenemos los forros
algunos besos para más tarde.
Pero no me animé a pedirte
que te quedes esta noche.
***
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Abrazo,
Marie.