El alemán chocó en una curva y el eje trasero de su Haas se desprendió. Las defensas respondieron bien y el hijo del Kaiser se bajó por sus propios medios
La tensión dominó la Fórmula 1 en el Gran Premio de Mónaco, cuya largada se retrasó por la lluvia y cuando la carrera comenzó todos tomaron los recaudos para evitar incidentes, pero las alternativas llegaron con el correr de la competencia y el más grave ocurrió en el giro 27, cuando Mick Schumacher sufrió un espectacular accidente en el que su Haas se partió en dos, pero el piloto alemán de 23 años salió por sus propios medios. La carrera se neutralizó para poder retirar los restos del vehículo y acomodar las defensas.
El hijo del Kaiser venía con buen ritmo, ya que fue uno de los primeros que le pusieron gomas intermedias para piso mojado. Esto le permitió tener una mejor adherencia en la pista, que se fue secando. Por eso luego el germano apostó por los neumáticos para piso seco (compuesto duro) y también tuvo un buen paso.
Pero en la mencionada ronda, el teutón perdió el control de su coche, se despistó y chocó contra el guardarraíl, rebotó para la pista, hizo dos trompos y terminó impactando contra las defensas Tecpro y ahí su coche se partió. Las imágenes paralizaron los corazones y más cuando la trasmisión por unos segundos no mostró lo que estaba pasando.
Pero cuando se lo vio a Mick bajarse del coche, la tranquilidad llegó para todos. El eje trasero se desprendió del resto del coche e hizo recordar al terrible choque de Romain Grosjean en Bahréin 2020, cuando también se le partió su Haas, pero con la consecuencia de escapar de las llamas y más allá de quemaduras en sus manos puede contarla. De hecho el francés corre este domingo las 500 Millas de Indianápolis. Algo similar pasó con el irlandés John Watson en Italia 1981, cuando chocó con su McLaren en Monza, pero no hubo fuego en ese choque y el piloto no tampoco sufrió consecuencias.
Terminada la carrera el equipo Haas difundió un comunicado con testimonios de Mick: “Me siento bien, pero muy molesto. En términos de ritmo, definitivamente estuvimos allí y solo es cuestión de mantener el rumbo; desafortunadamente, no pude hacerlo. El ritmo se sentía fuerte y parecía que podíamos atacar y empujar. Desafortunadamente, me abrí un poco demasiado, probablemente unos 10 centímetros al final, y eso fue suficiente para perder todo el agarre que pensabas que tenías y el resultado es lo que sucedió”.
Lo ocurrido con el hijo menor de Schumi demuestra las buenas medidas de seguridad de los autos y cómo avanzaron las protecciones en la pista. La contención de las defensas Tecpro sirvieron para absorber el impacto del Haas, que si bien quedó destruido, el corredor alemán salió sin inconvenientes del vehículo. Como explicó, su amargura no se la quita nadie porque venía haciendo una buena carrera, aunque lo más importante es que puede contarla.
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