Willie Benegas quedó atrapado luego de una avalancha. Usó una técnica con la que ganó tiempo hasta que un grupo de esquiadoras lo rescató.
El guía argentino Willie Benegas (54) -propietario junto a su gemelo Damián de la compañía de guías Benegas Brothers– sufrió un accidente en las montañas de Utah, Estados Unidos, que casi le cuesta la vida.
Estuvo sepultado y aprisionado bajo dos metros de nieve durante 23 minutos, hasta que las esquiadoras del grupo que guiaba y a las que había capacitado en seguridad de avalanchas, consiguieron liberarlo. Benegas tiene múltiples fracturas de costillas, un pulmón afectado y laceraciones en la cara.
“Mi experiencia de supervivencia entró en acción y me calmé. Reduje mi respiración para conservar tanto oxígeno dentro de mi pequeña burbuja de aire como pude y esperé. La única forma de sobrevivir era apagarse, entrar en hibernación”, cuenta el alpinista socorrido cuya recuperación podría demandar un tratamiento médico de dos meses.
Las víctimas de avalanchas tienen un tiempo muy limitado de supervivencia. En materia de rescate, se presume que los primeros 15 minutos son claves. Muchos expertos coinciden en que después de ese lapso de tiempo el riesgo de encontrar a una persona sin vida depende de varios factores, como la hipotermia, los politraumatismo y gravedad de golpes sufridos durante el arrastre.
Pero coinciden en que la burbuja de aire es un elemento que puede resultar de gran ayuda para garantizar la supervivencia. Clarín habló con Tony Ibaceta, coordinador de la patrulla de rescate en la Provincia de Mendoza para entender qué es, cómo funciona y cuál es su importancia.
En primera instancia, Ibaceta hace una distinción entre técnica y maniobra. La primera, implica un conjunto de procedimientos sistematizados que se llevan a cabo en cierto periodo de tiempo. En cambio, la segunda configura un movimiento espontáneo, rápido y automatizado porque las circunstancias hacen que no haya tiempo de planificar ni de analizar los detalles en el procedimiento que se está realizando.
“La burbuja de aire es una maniobra de emergencia que debería intentar quien se vea envuelto en una avalancha antes de que esta se detenga”, define el experto. ¿Por qué? Cuando termina el alud se produce una compresión, una rigidez inmediata en el bloque de nieve que cayó lo cual impide toda clase de movimiento.
“Antes de que la avalancha frene y ante la imposibilidad de quedar en la superficie, el individuo debería intentar generar (sea con su mochila, el equipo de entrenamiento, sus manos o brazos) una pequeña burbuja frente a las vías aéreas que le permita respirar por unos minutos (genera una zona de oxígeno) hasta que pueda ser rescatado”, insiste.
Entonces, ¿a qué se le llama burbuja de aire? Al espacio abierto que queda entre las vías aéreas, la nieve y el bloque final de nieve. “Consiste en ponerse en posición fetal o en cualquier otra postura que posibilite producir una especie de burbuja hacia dentro entre el ingreso de las vías aéreas y el bloque de nieve.
¿Cómo se maneja la respiración para retener la mayor cantidad de aire posible? “Requiere de entrenamiento y de tener consciencia absoluta de la situación de emergencia que se está atravesando en una avalancha”, dice Ibaceta.
Y lo ilustra de esta manera: “Cuando uno se ve envuelto en una avalancha debe mantener la calma y el control de la situación lo mejor posible”. Y recomienda inspirar la mayor cantidad de aire posible para que el pecho quede expandido, no comprimido, porque cuando el alud se detiene se produce un bloque de cemento que dificulta el movimiento respiratorio”.
Sin dudas, el oxígeno contenido en ese reducido espacio va a depender de cuán profundo haya quedado dentro de la avalancha y de la compactación de la nieve. Con el transcurso de los minutos se va consumiendo hasta transformarse en dióxido de carbono. “La burbuja de aire se mantiene espacialmente, pero no te garantiza un suministro de oxígeno durante mucho margen de tiempo”.
Un experimentado en la montaña
Willie tiene un extenso historial en distintas montañas del mundo. Por caso, acumula 26 ascensos al Himalaya y otros 13 al monte Everest. Durante su trayectoria como montañista, también realizó tareas de rescate en el Aconcagua, así como también en otras desafiantes cumbres del mundo.
Lleva más 30 años en la actividad y 20 cumbres en total de más de 8.000 metros. En 2012, Willi y Damián Benegas alcanzaron en una misma expedición los tres picos de la Herradura del Khumbu, como se conoce al trío de gigantes, compuesto por el monte Everest, de 8848 metros, el Lhotse, de 8516 metros y el Nuptse, de 7861, por primera vez en la historia del montañismo. Iban con otros cinco escaladores.
En 2015, también junto a Damián y a otro de sus hermanos, Rafael, Willie logró sobrevivir a un terremoto en Nepal mientras estaban en un poblado al pie del Everest, monte que estaba a punto de escalar por tercera vez.
Los tres salieron ilesos del sismo de 7,8 grados en la escala de Richter, que dejó como saldo unos 5.000 muertos, con un número aún mayor de heridos y la devastación de centros urbanos, especialmente sectores de la capital, Katmandú.