La reelección llega con una Francia desunida, violenta y fracturada. Y una compleja elección legislativa en junio próximo.
Una Francia fracturada recibió los resultados del balotaje presidencial. La victoria de Emmanuel Macron fue un alivio para los republicanos y el “voto útil” de los “Ni” de Jean Luc Mélenchon contribuyeron a su triunfo. . El 42,40 por ciento de votos para Marine Le Pen revelan el crecimiento de una ultraderecha ahora “aceptable”, que ha logrado cautivar a los más pobres, a la Francia profunda, a los “pequeños paisanos” , unidos por una bronca común contra “un sistema” que los aplasta, sin cambiar su xenofobia y su lógica anti inmigración.
Una paradoja en esta campaña electoral. Macron comenzó su campaña con un discurso de centro derecha para terminar convocando a la izquierda, con un tono ecologista y social en Marsella. Le Pen, que representaba a la ultraderecha, convenció a los ex votantes obreros comunistas que los liberaría de su destino de olvido.
La victoria es menos clara que en 2017 para Emmanuel Macron: el presidente perdió 8,5 puntos respecto a su anterior duelo con Marine Le Pen.
El candidato a presidente una vez más se benefició de múltiples llamados a votar a su favor al final de la primera vuelta: Anne Hidalgo, Yannick Jadot, Valérie Pécresse animaron claramente a la gente a votar por él , cuando Jean-Luc Mélenchon y Fabien Roussel instaron a sus seguidores a bloquear la ultraderecha.
Pero a diferencia del 2002, cuando Jean Marie Le Pen llegó al balotaje, el “voto republicano” no atrae a los jóvenes, que prefirieron la abstención.
Un mandato complicado
La reelección de Macron llega tras un mandato extremadamente complicado, con una Francia desunida, violenta y fracturada. Estuvo marcado por la furia de los chalecos amarillos, la movilización contra la reforma de las pensiones, el Covid-19 y los múltiples confinamientos y toques de queda, aumento de impuestos y, en la recta final de la campaña, la invasión de Ucrania por Rusia.
Con este resultado deberá buscar la reconciliación y la unidad de los franceses.
Fue una campaña corta, de apenas cinco semanas, que nunca tomó gran velocidad para Macron, a causa de la guerra en Ucrania.
Entre el primer y segundo turno Macron cambio el tono y las propuestas. Su retraso de la edad de la jubilación de los 65 años podría ser flexibilizado, como la ayuda solidaria (RSA) a cambio de horas de actividad de beneficiarios. La ecología en el corazón de su proyecto para una economía verde, que dinamizará a Francia.
Su futuro primer ministro “será directamente responsable de la planificación ecológica”, para ir “dos veces más rápido” en la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero.
Macron había lanzado un llamamiento a los votantes de sus opositores, diciendo “dispuesto a inventar algo nuevo para aunar las diversas convicciones y sensibilidades para construir con ellas una acción común, al servicio de nuestra Nación, para los años venideros”. Una economía verde puede unir a todos.
Tuvo que someterse al ejercicio del debate con su rival de extrema derecha. Un duelo del que salió ampliamente vencedor.
Tercera vuelta
Ahora reelegido, Macron deberá acudir a la “tercera vuelta” de la elección presidencial: las elecciones legislativas previstas para el 12 y 19 de junio, para aspirar a beneficiarse de una mayoría estable para gobernar. Mientras tanto, el jefe de Estado ya ha anunciado que Jean Castex seguirá siendo primer ministro en los próximos días, antes del nombramiento de un nuevo gobierno.
Deberá imponerse a la emboscada de la Francia Insumisa, que quiere forzarlo a la cohabitación con Jean Luc Melenchon de primer ministro. Macron ya no es visto como el extraño que alguna vez fue desde que llegó al poder, en una remodelación radical de la política francesa en 2017.
En su lugar, ha habido protestas generalizadas a lo largo de los últimos cinco años, encabezadas por un gran grupo de personas que han sentido que él no ha representado sus intereses, particularmente en su campaña para simplificar las leyes laborales, que podría decirse que es un pilar de la identidad francesa.
El estilo dinámico, a veces dominante de Macron, ha sido interpretado por algunos como arrogante, lo que agrava aún más a quienes se le han opuesto, incluidos los en ocasiones Gillet Jaunes (chalecos amarillos).
Macron es un entusiasta del euro, y ha dejado en claro sus ambiciones para el bloque de la UE repetidamente durante los últimos cinco años, durante los cuales el proceso del Brexit endureció su determinación.
Actualmente ocupa la presidencia del Consejo de Europa. Ha aprovechado la oportunidad para defender la solidaridad y la democracia, también piedras angulares de la identidad francesa, como el corazón del proyecto europeo.
Sus planes para los próximos cinco años incluyen mejorar los derechos de los europeos, reducir la dependencia europea del carbón, el gas y el petróleo importados y aumentar la dependencia del bloque de su propia infraestructura y tecnologías esenciales.
Entre los temas a los que ha vuelto en repetidas ocasiones está el impulso de un enfoque común en el uso de los ejércitos europeos, con el objetivo de hacer de Europa una potencia militar en sí misma.
Macron podría ser la principal esperanza de Occidente para evitar una guerra en Ucrania, ya que el presidente francés mantenía conversaciones periódicas y compartía visitas ocasionales con Vladimir Putin.
Pero la invasión de Ucrania lo hizo parecer instantáneamente más ingenuo de lo que hubiera querido. A pesar de que Putin lanzó una guerra, Macron siguió tratando de hablarle y convencerlo . Hasta que la escala y la pura brutalidad de las acciones de Rusia se volvieron demasiado.
Desde entonces ha dicho que terminó su diálogo y ahora muestra su claro apoyo a Ucrania. Ha respaldado el envío de armas a las fuerzas ucranianas y el aumento de las sanciones a Rusia.
Desde que Macron asumió la presidencia, Francia ha seguido haciendo contribuciones significativas a los esfuerzos de la OTAN, a pesar de que también ha llevado a cabo operaciones ajenas, como su intervención en el Sahel, del que desde entonces se ha retirado. Al demostrar su compromiso con la OTAN, bajo la dirección de Macron, el gasto en defensa de Francia se elevó al umbral mínimo del 2 % del PIB defendido por EE.UU.
Ha dicho que quiere reformar Schengen para fortalecer las fronteras europeas, crear una ‘fuerza fronteriza’ nacional para reforzar las fronteras nacionales, revisar los procedimientos de asilo para acelerar las decisiones y expulsar a los extranjeros que infringen la ley.