El próximo sábado 13 de septiembre se viene el primer encuentro de poesía y vermucito de Geologías, el taller de escritura que coordina Barbara Alí. Allí vamos a compartir lecturas y pasar un hermoso momento, abrazando el arte a las 18 horas en Velazco Bar (Velasco 492, Villa Crespo).
Hace unas semanas, escribí sobre mi experiencia viviendo en un PH en el que no lograba hallarme.
Pero no se crean que todo era caos, humedad y cosas rotas. Mi creatividad me ayudó a encontrar momentos y espacios que me permitieran quedarme, aunque fuera un rato más.
Si hubo un lugar que habité para no salir corriendo, fue la terraza. Allí comía mandarinas al sol, me llevaba la reposera y un libro, miraba el atardecer mientras tomaba unos mates y, por supuesto, escribía (aunque mi hora pico de escritura solía ser por las noches, en la cama).
Durante esos meses, habité no solo la terraza, sino también la ansiedad. Y, en consecuencia, el miedo: miedo a que alguien entrara a robar.
Spoiler alert: nunca ocurrió.
Una tarde de primavera subí y me encontré con un espectáculo natural: el arrebol.
En esa cita cara a cara con el cielo —que parecía incendiarse—, escribí este poema:
El cielo arde
como quien enciende una fogata
para quemar algo que quiere desaparecer
lo tomé como una invitación para acercarme
con cautela
a escribir en un papel mis miedos
y arrojarlo a las llamas de un atardecer
que tiñe de naranja un cielo azul
las nubes como humo
me alejan de ese papel
que va desvaneciéndose
y el sol cae
llevándose con él mis miedos
hechos cenizas.
Imagino que mañana
podría volver prender esa fogata
y en un nuevo atardecer
podría quemarlos otra vez.
***
Si te gustaría hacerle un lugarcito en tu biblioteca o mesita de luz a mis poemarios Algo puede arder en mí o La obscenidad de las cosas que se acaban, escribime por Instagram y coordinamos 🥰: @_marieperalta
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Abrazo,
Marie.